400 años de devoción a la Virgen de Montiel
El 4 de diciembre de 1620 un pastor aragonés que apacentaba a sus ovejas en el montículo de Montiel -antiguo nombre de Montiel- en Benaguacil, observó un resplandor que salía de una pequeña cueva. Alarmado, entró ahí y encontró una imagen de la Virgen de mármol alabastrino de trece centímetros. 400 años después los vecinos de este municipio del Camp de Turia mantienen viva esta devoción y este año conmemoran con diferentes acto los 400 años del hallazgo de la imagen.
Fue el 4 de diciembre de ese año cuando arrancó la devoción a la Virgen de Montiel en Benaguacil. Para custodiar la imagen se levantó una ermita, donde se conserva el hueco donde fue encontrada la Virgen. La ermita que se ve desde cualquier parte de la localidad tiene junto a ella una casa de espiritualidad dirigida por las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia.
Las hermanas Terciarias Capuchinas desde su fundación han vivido y custodiado el Santuario de Ntra. Sra. de Montiel. Desde allí iniciaron su misión en 1885, descendiendo gustosas del monte para atender y entregar la vida cuidando a los apestados del cólera en Benaguacil, el pueblo a donde está enclavado el Santuario y en Masamagrell donde se fundó el primer orfanato con los niños huérfanos del cólera y en cuya epidemia murieron cuatro hermanas.
La Congregación se fue extendiendo por cuatro continentes para compartir las alegrías y tristezas de los hermanos más necesitados haciendo realidad la actitud misericordiosa de Cristo Buen Pastor y llevando la devoción a la Virgen de Montiel a cuantos lugares donde haya una Terciaria Capuchina.
Durante la guerra civil española el Santuario fue abandonado y quedó en ruinas. En 1949 afrontando grandes sacrificios y penalidades, la Madre Manuela de Almoines, Terciaria Capuchina, emprendió la reconstrucción. Con tesón y amor a la Virgen logró reavivar el amor de los hijos de Benaguacil a su patrona, un tanto olvidada, que ofrecieron su ayuda y colaboración para dicha reconstrucción. Hoy siguen honrando y agradeciendo a la Madre que vela por sus hijos e hijas, tantos favores recibidos de ella. Gracias hermanas por tan abnegada labor.