A vino nuevo odres nuevos

A vino nuevo odres nuevos

Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos porque hará reventar los odres y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos! Mc 2,22

 

La renovación postconciliar

Para mirar hacia adelante y seguir caminado según el espíritu de renovación querido por el Concilio, algo de historia puede iluminar y confirmar el camino de todos. La toma de conciencia de lo que hemos vivido en este medio siglo se hace aún más necesaria si queremos acoger los alicientes que nos vienen de las palabras y de los gestos del Papa Francisco.

El Concilio Vaticano II pidió explícitamente la accomodata renovatio de la vida y de la disciplina de los Institutos de vida consagrada, «en conformidad con las exigencias de nuestro tiempo». Los Padres conciliares habían puesto las bases teológicas y eclesiológicas para esta renovación, en particular, en el capítulo VI de la Constitución dogmática Lumen gentium. En el decreto Perfectae caritatis habían ofrecido unas directivas más adecuadas y unas orientaciones prácticas para la actualización espiritual, eclesial, carismática e institucional de la vida consagrada en la Iglesia. Entre los demás textos conciliares, solo en la constitución Sacrosanctum Concilium y en el decreto Ad gentes se indicaban algunas consecuencias prácticas de una cierta importancia, para la vida religiosa.

Tras medio siglo podemos reconocer, con satisfacción, que el efecto que la mens conciliar ha producido en la vida religiosa ha sido particularmente rico. El estilo de discernimiento coral y de búsqueda atenta han engendrado impulsos y métodos de gran eficacia para la actualización. El primer paso de este profundo cambio atañe a la manera misma en que la vida consagrada ha tenido que repensarse a sí misma. En la fase preconciliar la vida religiosa en todas sus manifestaciones y estructuras, representaba la fuerza compacta y operativa para la vida y misión de una iglesia militante en continua oposición al mundo. En la nueva fase de apertura y diálogo con el “mundo” la vida religiosa se sintió impulsada en primera línea a explorar por el bien del cuerpo eclesial las coordinadas de una nueva relación iglesia-mundo. Es éste uno de los temas con más fuerza inspiradora y transformadora del Vaticano II, convocado por san Juan XXIII. En esta línea de diálogo y de acogida, la vida consagrada, por lo general, ha abrazado generosamente, aunque no siempre, los riesgos de esta nueva aventura de apertura, de escucha y de servicio. Para poder realmente concretar un estilo de relación y de presencia en el mundo contemporáneo marcado por la confianza, la vida consagrada ha puesto en juego sus múltiples carismas y su patrimonio espiritual exponiéndose y abrazando con generosidad nuevos caminos.

Constatamos que en estos cincuenta años desde el evento conciliar, todos los Institutos de vida consagrada ha respondido con sus mejores fuerzas a los impulsos del Vaticano II. Sobre todo en las tres primeras décadas después del Concilio, el esfuerzo de renovación ha sido generoso y creativo, y ha continuado en las décadas sucesivas, aunque a ritmo más lento, menos dinámico. Se han elaborado los textos normativos y las formas institucionales, primeramente como respuesta a los estímulos procedentes del Concilio y luego para seguir las disposiciones del nuevo Código de Derecho canónico (1983). Cada familia religiosa se ha comprometido a fondo a releer e interpretar la «inspiración originaria de los Institutos». Esta labor tenía principalmente dos objetivos: custodiar fielmente la mente y propósitos de los fundadores» y «reproducir con valor la audacia, la creatividad y la santidad de sus fundadores y fundadoras como respuesta a los signos de los tiempos que surgen en el mundo de hoy». VC 37

 

Valientes y pacientes búsquedas de nuevos itinerarios formativos, según la índole y el carisma de cada familia religiosa han acompañado los logros de gran esfuerzo que se ha hecho para reelaborar la identidad, el estilo de vida y la correspondiente misión eclesial. Asimismo, mucho se me ha hecho también en el ámbito de las estructuras de gobierno y de la gestión de patrimonio económico y de las actividades para acomodarlas «a las actuales condiciones físicas y psíquicas de los miembros […] a las necesidades del apostolado, a las exigencias de la cultura y a las circunstancias sociales y económicas». PC 3

Tras esta breve mirada a la historia de los últimos cincuenta años podemos reconocer, con humildad que la vida consagrada ha procurado habitar los horizontes conciliares con pasión y audacia exploradora. Por todo el camino recorrido no podemos sino dar gracias a Dios y entre nosotros con sinceridad y verdad.

En este camino generoso y laborioso, el supremo magisterio de los Papas nos ha brindado con gran apoyo en estas décadas. Con estos textos e intervenciones diversas, los Pontífices han ayudado regularmente a consolidar las nuevas convicciones, a discernir los nuevos senderos, a orientar con sabiduría y sentido eclesial las nuevas opciones de presencia y de servicio a la escuela constante de las llamadas del Espíritu. Reviste un excepcional valor teológico y orientador la exhortación apostólica Vita consecrata (1996), que recoge y confirma los mejores frutos de la actualización postconciliar.

En especial, con Vita consecrata, se iluminan la contemplación y la referencia frontal a l ministerio de la Santísima Trinidad: « La vida consagrada es anuncio de lo que el Padre, por medio del hijo, en el Espíritu, realiza con su amor, su bondad y su belleza. En efecto, “el estado religioso […] revela de manera especial la superioridad de Reino sobre todo lo creado y sus exigencias radicales. Muestra también a todos los hombres la grandeza extraordinaria del poder de Cristo Rey y la eficacia infinita del Espíritu Santo, que realiza maravillas en su Iglesia”. […] De este modo, la vida consagrada se convierte en una de las huellas concretas que la, deja en la historia para que los hombres puedan descubrir el atractivo y la nostalgia de la belleza divina». La vida consagrada llega a ser así confessio trinitatis también a la hora de afrontar el reto de la vida fraterna «en virtud de la cual las personas consagradas se esfuerzan por vivir en Cristo con un solo corazón y una sola alma (Hch 4, 32) ».

De esta perspectiva trinitaria emerge el gran reto de la unidad y la necesidad del ecumenismo orante, testimonial, martirial como camino guía para los consagrados y las consagradas: « La oración de Cristo al Padre antes de la Pasión, para que sus discípulos permanezcan en la unidad (cf. Jn 17,21-23), se prolonga en la oración y en la acción de la Iglesia. ¿Cómo no sentirse implicados los llamados a la vida consagrada? ». VC 20, 21, 100.

Asimismo, la laboriosa y sabia guía de esta Congregación ha ofrecido de distintas maneras – instrucciones, cartas, líneas orientativas – y con periódica vigilancia, criterios guía para perseverar con autenticidad en la puesta al día conciliar y para permanecer fieles, con discernimiento coral y audacia profética, a la identidad y a la misión eclesial de la vida consagrada. Sin embargo, esto no significa negar fragilidades y cansancios que es preciso reconocer y darles nombre para que el camino emprendido no sólo continúe, sino que se radicalice mayormente en términos de fidelidad y de creatividad. Asimismo, es preciso mirar de frente y con realismo las nuevas situaciones donde la vida consagrada está llamada a medirse y encarnarse.

PARA LA REFLEXIÓN:

  • ¿Crees que hay “calor” en tu vida, en la vida de tu comunidad, de nuestra Provincia? ¿Qué brasas lo atestiguan? ¿Qué estilos consentidos y acompañados durante años hay en nosotros que imposibilitan que las brasas y su calor desbloqueen hielos que amordazan la fe? ¿Qué podemos hacer para reavivar las brasas, reavivar la fe y vivir más desde el Evangelio?
  • ¿Cómo se ha dado en nosotros la renovación conciliar? ¿Ha llegado a tocar nuestras opciones o se ha quedado en mero barniz? ¿Qué pasos seguir dando en el sentido de la renovación que pide la Iglesia a los Institutos de Vida Religiosa como el nuestro?
  • ¿Cómo nos inspiran en esta renovación nuestros modelos espirituales, Santa Clara que celebramos en este mes y nuestro Venerable P. Luis Amigó en el 25 aniversario de la declaración como Venerable?