En busca de una comunidad más autentica y coherente

En busca de una comunidad más autentica y coherente

La sinodalidad nos plantea crear comunidades en las cuales podamos convivir juntos, tenemos que tener la plena convicción de que las comunidades tal y como las conocíamos se van a acabar, están en vía de extinción.

No se trata ahora de buscar complementarnos, sino que estamos es intentando como vamos a aprender juntos, a crearnos metas comunes, misiones creadas en conjunto, las preguntas serían: ¿Estamos creciendo? ¿en qué áreas? ¿Qué te está fortaleciendo? ¿Cómo están tus discernimientos?

Hay que procurar que todos los miembros de las comunidades se impliquen en los planteamientos, así lo compartan o no, o si comulgan con esta idea. Se requieren momentos de compromiso y de totalidad. Es fundamental que en cada actividad que hagamos Jesús este en medio, y saber muy claramente cuál es la acepción de misión compartida.

Somos conscientes que la vocación nos la da Dios y ahí esta la diferencia entre lai@s y religios@. Cada uno esta llamado a ejercer su vocación con libertad y autonomía. Estamos llamados en el camino sinodal a un proceso de transformación, necesitamos crear contextos reales de vivencia y de proyección, tenemos que ser coherentes con las situaciones humanas. Tenemos que ser capaces de superar las limitaciones si tenemos una visión y una libertad que no se turbe porque las vicisitudes de la vida se vuelven un asunto meramente de activismo y de búsqueda de causas humanas, pero nos olvidamos de Dios, que es una oportunidad de libertad porque tenemos mucha fe, tenemos que formar a las personas para que podamos ser libres de tomar decisiones y porque se cuenta con la suficiente autoridad.

Debemos buscar una sana pluralidad y evitar las dificultades de que buscamos soluciones exprés y buscar soluciones a problemas complejos con fórmulas mágicas y poco confiables. Tenemos que crear diálogos generativos que propicia diálogos constructivos y propositivos. No necesitamos una manual de fórmulas facilonas, sino que es entre todos que tenemos que ser capaces de mejorar nuestra interacción y la fraternidad.

La realidad no conviene disimularla, sino que tenemos que afrontarla y hacer mensajes directos para superar la realidad, conviene que nos ayudemos y que nos digamos las verdades con amor y que reconozcamos nuestras limitaciones. Tenemos que volver al brillo del Carisma Amigoniano, el carisma es como tú hablas de Dios y como tú le hablas a Dios. Todo depende de cómo nos situemos en la acción, sino el cómo sentimos a Dios y como nos sentimos ante él. Texto producto de las reflexiones de la I Asamblea sinodal realizada en Roma entre el 27 de mayo y el 03 de junio por los Religiosos Terciarios Capuchinos.