La felicidad fuente inagotable para los Amigonianos
Encontrar el camino de la verdad y del bien es encontrarle sentido a la vida y experimentar un sentimiento de felicidad, de reconocimiento y afianzamiento de la autoestima. La felicidad no es otra cosa que la misma realización del ser humano de manera integral. Está dentro del ser (se gesta –autogestión-), no afuera, pero esa realización se da a partir del otro.
El problema de la sociedad actual es que cada quien quiere buscar la felicidad fuera de sí mismo y de manera egoísta. Buscar la felicidad afuera es querer vivir de sensaciones pasajeras que, cuando más, solo producen placer y, en el afán de incrementar cada vez más las sensaciones, solo se logra un mayor alejamiento del camino de la verdad, del verdadero sentido de la existencia.
La verdadera felicidad es el tesoro escondido del que habla el evangelio y que se encuentra en el interior de cada sujeto. Educar para la felicidad es lograr el afianzamiento de la mismidad que solo se realiza en interacción con el otro y que tiene como resultado la armonía en el sentir, en el pensar, en el hacer y en el trascender. Es la vivencia de una agradable y profunda experiencia de serenidad y paz, aún en medio de los problemas y dificultades que trae el diario vivir.
Se suele asociar la felicidad con el éxito, la clase social, la salud, la buena remuneración en el trabajo, la armonía en el hogar, el estatus ocupacional, las condiciones económicas y políticas, el nivel educativo; pero, todos estos son factores externos centrados en el tener, en el conocer, o en el hacer, pero no en el ser, en el goce y disfrute de la existencia al servicio de los demás. Mientras más feliz seas mayores frutos darán tus interacciones con los demás.