Los primeros pasos del carisma amigoniano

Los primeros pasos del carisma amigoniano

En la espiritualidad cristiana, el primero en hablar de carisma fue San Pablo. Los significados del término varían, pero siempre se trata de una gracia del Espíritu Santo para servir en la edificación de la comunidad. Dice en las Epístolas:

Quien tiene el don de profecía, que lo ejerza según la proporción de nuestra fe; quien tiene el don de servicio, lo ejerza sirviendo; quien el de enseñanza, enseñando, quien el de exhortación, exhortando. Aquel que distribuye sus bienes, que lo haga con simplicidad; aquel que preside, con diligencia; aquel que ejerce misericordia, con alegría (Rom.12,6-8).

Los dones “son por lo tanto para el bien de todos” (1Cor.12)

Ahora bien, en las primeras Constituciones escritas por Fray Luis de Masamagrell en 1889 (como se citó en Obras Completas de Luis Amigó [OCLA], 1986), el capítulo primero define el objeto y fin de la Congregación de Religiosos Terciarios Capuchinos.

Los Religiosos de ella trabajarán con toda solicitud en formar su espíritu e inflamar su voluntad en el amor de Dios (…) y estar más dispuestos a servir en los ministerios a que (…) se consagra esta Congregación como son: la instrucción de adultos y párvulos en las Ciencias y Artes; el servicio de los enfermos, en especial a domicilio, y el régimen y dirección de las cárceles y presidios [negrillas y subrayados añadidos] (OC.2360, p. 821).

Al día siguiente de fundada la Congregación en Masamagrell, el 13 de abril, la prensa escrita, Las Provincias, diario de Valencia, hace eco:

La severidad reglamentaria de los jefes de establecimientos penales y la dudosa fidelidad de los guardianes de más baja categoría, está demostrada que no bastan para guiar al presidiario por el camino de su redención… Con perseverancia monacal, con el sigilo propio del claustro, el Padre Guardián de la Magdalena trabajó incansable, allegó elementos, consultó autoridades, impetró el apoyo y la autorización de elevadas jerarquías, reunió cerca de sí jóvenes animosos dispuestos a sacrificar su vida entera en pro de los condenados por la humana justicia para facilitar su redención por medio de la más sublime de las caridades, y ha constituido una nueva Orden de Franciscanos Capuchinos, cuya misión es el cuidado de los penales y de los que se encierran en dichos establecimientos, la asistencia a los enfermos, especialmente en época de epidemia, y la instrucción elemental en escuelas de primera enseñanza; es decir el sacrificio de la vida a favor del prójimo, la caridad ejercida con el niño para hacerle hombre, con el enfermo para devolverle la salud, con el criminal para procurar su redención [negrillas y subrayados añadidos] (como se citó en Royo Martínez, 2014, p. 67).

En el diccionario de Pedagogía Amigoniana, el Padre Fidenciano González (2004) define el carisma como “don gratuito que concede Dios a una criatura” (p. 59). Y al aplicarlo a la Pedagogía Amigoniana lo explica como: “gracia y regalo de Dios al P. Luis Amigó que se sintió inspirado por Dios para fundar la Congregación de Religiosos Terciarios Capuchinos para que se dedicasen a la salvación y educación correccional de la juventud extraviada [negrillas añadidas]” (p. 59).

Estas son algunas de las reflexiones de Fr. Marino Martínez Pérez T.C. Superior General Congregación de Religiosos Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores en el Tercer Encuentro Internacional de Pedagogía Amigoniana realizado en noviembre de 2018 en la ciudad de Medellín, consulta el texto completo en ésta página en el Link de Publicaciones en la pestaña memorias.