Luis Amigó, Apóstol de la Misericordia – Ponencia

Luis Amigó, Apóstol de la Misericordia – Ponencia

Seminario Nacional de Misericordia 

Hermana María Gracia Gutierrez Osorno

Religiosa Terciaria Capuchina de la Sagrada Familia

INTRODUCCIÓN

La MISERICORDIA, no solo tema sino actitud, acciones concretas, toma relevancia especial en este año dedicado a su consideración atendiendo a la propuesta que nos ha hecho el Papa Francisco y que comenzó a correr a partir del 8 de diciembre de 2015 para finalizar  en la fiesta de Cristo Rey, cuando termina el año litúrgico que va corriendo y que vamos iluminando de diferentes maneras desde la Sagrada Escritura, nuestro carisma específico en el mundo  y la doctrina que constantemente vamos recibiendo de nuestra Iglesia. Como amigonianos que somos  estamos llamados/as a dar un testimonio auténtico de esta “virtud heroica” en nuestro Padre Fundador, no solo en este año, sino siempre.  Es importante, entonces, que reflexionemos un poco sobre la expresión misericordiosa de nuestro V. P. Luis que nos da motivos suficientes para titularlo: “APOSTOL DE LA MISERICORDIA”

CONTENIDO

Temas aludidos

En el Antiguo Testamento, especialmente en el libro de los salmos, encontramos la definición de Dios, como un Padre compasivo y misericordioso, lleno de ternura y de bondad (cf. Salmos 86, 103, 143,145…) tema que también comunican los profetas (Jeremías, Isaías) después de la maravillosa experiencia del pueblo a lo largo de muchos años de camino por el desierto. Experiencia que encontramos sintetizada en Ex. 34,6. “Dios es compasivo y misericordioso, lento a la ira y pródigo en amor y fidelidad”. Conocer   y vivir en un Dios así, es para el creyente una exigente invitación a mostrar con la vida, cuál es nuestro Dios y cómo es nuestro Dios.

 La gente, ¿quién dice que soy yo? (Lc 9,18-22) Pregunta siempre actual y fundamental, porque implica nuestra identidad cristiana. En un maestro de espíritu lo más importante es su doctrina; pero éste no es el caso de Jesús. Lo más importante y atrayente de su persona, es que vive hoy como ayer, en cada época de la historia, en cada hombre, en el mundo, en la Iglesia, en el creyente, en ti, en mí. Por eso no ha perdido actualidad su pregunta: ¿Quién soy yo para ti en este momento de tu vida? La figura de Jesús es la máxima revelación del amor misericordioso de Dios Padre; amor que libera, que da gozo y fortaleza.

En el Nuevo Testamento, especialmente en San Pablo en su carta a los Colosenses: “Revestíos de entrañas de misericordia” (Col 3, 12). O  la carta a los Efesios: “Sed misericordiosos y compasivos unos con otros” (Ef 4, 32). Parábolas de la misericordia del autor del tercer evangelio. La salvación por la misericordia de Dios, pasa de San Pablo a la espiritualidad agustiniana y, de San Agustín y, por la vía franciscana, alcanza así mismo a Luis Amigó y a sus hijos espirituales. Cómo no recordar a Francisco de Asís, que con profunda ternura paternal, escribe a un hermano ministro: “Que no haya en el mundo hermano que por mucho que hubiere pecado, se aleje de ti sin haber obtenido misericordia.”

Es un hecho que Luis Amigó, tiene en su corazón y en su mente las obras de misericordia con que San Mateo concluye su evangelio. Así mismo el pensamiento de san Juan de la Cruz, de que “Al final  de la vida seremos examinados en el amor”.

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Familia Amigoniana en el Seminario Nacional de Misericordia

Por eso el Papa Francisco nos dirá: “Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Nos da varias definiciones de la Misericordia: Misericordia es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en  el camino de la vida. (Parábola del buen samaritano. (Lc 10,25-37).

Misericordia es la vía que une a Dios y al hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de nuestro pecado. (M.V. 2)

Ante la gravedad del pecado, Dios responde con la plenitud del perdón. La  misericordia siempre será más grande que cualquier pecado y nadie podrá poner un límite al amor de Dios que perdona. (M.V.3).

En el siglo XIX y buena parte de la mitad del siglo XX, el Señor suscita en la historia un hombre sencillo, humilde, profeta, seguidor fiel de Cristo Buen Pastor y que bien lo podríamos llamar Apóstol de la Misericordia, dada su pasión por los pobres, los marginados, los descarriados, que desde muy joven busca en las cárceles, los hospitales y periferias del entorno. Es el hombre de la compasión, supo encarnar en su vida y misión, las parábolas de la Misericordia que nos trae el evangelista Lucas capítulo 15. Hombre que supo ver, escucha y responder al clamor de su pueblo y con la sensibilidad del corazón del Buen Pastor, movido a compasión por el dolor humano, funda sus dos congregaciones para llevar a los últimos, a los marginados, el corazón de Dios.

Como hermano menor, como Padre Fundador, como Obispo y Pastor: “Doy  la vida por mis ovejas”, Lema de su escudo episcopal), no temáis perecer en los despeñaderos y precipicios en que muchas veces os habéis de poner para salvar la oveja perdida; ni os arredren los zarzales y emboscadas con que  tratará  de envolveros el enemigo, pues podéis estar seguros  de que si lográis salvar un alma, con ello predestináis la vuestra.

(OCLA 1831), Expresó y gozó de las alegrías del corazón misericordioso y compasivo. “MISERICORDIA Y COMPASIÓN”, piedras preciosas de nuestro carisma, para mostrarlas y enseñarlas con testimonio luminoso y sincero en obras y palabras preferentemente este Año Santo de la Misericordia. (8 de Diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María.)

Proceso misericordioso

Ser misericordioso significa brindar  más atención al que más necesita. Es la versión cristiana de las diferencias individuales pregonadas en la pedagogía actual. La parábola del Buen Pastor puede ser considerada como la síntesis  de la acción misericordiosa y, a partir  de ella, el Padre Luis Amigó, escribió  su testamento espiritual: “Vosotros zagales del Buen Pastor, sois los que habéis  de ir  en pos de la oveja descarriada hasta devolverla al aprisco del Buen Pastor. Y no temáis perecer  en los despeñaderos y precipicios  en que muchas veces os tendréis que poner  para salvar  la oveja perdida; ni os arredren los zarzales y emboscadas con que tratará de envolveros el enemigo, pues podéis estar  seguros  de que si lográis  salvar un alma , con ello predestináis la vuestra”(CLA 1831). La búsqueda  de la oveja descarriada, es la manifestación del amor  a la medida, y de la cuidadosa atención al más necesitado. Es el llamado pedagógico a atender  prioritariamente al estudiante que tiene mayores limitaciones o dificultades. Es el mandato de trabajar en el desarrollo de las potencialidades de los discípulos  antes que seleccionar a los mejores para trabajar con ellos, descuidando a los más necesitados.

El Amor-misericordioso

Surge la misericordia cuando se supera por amor las exigencias de la justicia humana. En la misericordia, la justa medida del amor, está en relación directa con la necesidad del amado. El amor misericordioso impulsa a amar con más intensidad, allí donde existe mayor necesidad y carencia.

Nuestras Congregaciones han desarrollado en el transcurso de la historia, y continúa desarrollando, una pedagogía especial que convenimos en  llamar “PEDAGOGÍA AMIGONIANA; PEDAGOGÍA DE LA MISERICORDIA  O PEDAGOGÍA DEL AMOR MISERICORDIOSO”. El objetivo de esta pedagogía, es la re educación, prevención, rehabilitación, corrección y adaptación de niños, jóvenes y familias que por diversas motivaciones y situaciones han entrado en conflicto consigo mismos o con la sociedad. Fundamentada en el Evangelio, la Pedagogía Amigoniana, contempla en cada joven la actualización del misterio de Cristo. Las notas características de esa Pedagogía son: Personalizada, Integral, Dosificada,  Preventiva, Familiar y Terapéutica.  CONCLUSIÓN

Con mucha fe y esperanza, pidamos al Dios de la Vida, la pronta Beatificación de Nuestro Venerable Padre Luis Amigó, para que en este año santo, lo podamos contemplar elevado al honor de los altares como el “Gigante de las Virtudes, el apóstol de la Misericordia”. Unámonos con la oración del Septenario a la Madre de los Dolores, pidiendo con perseverancia y acompañando la plegaria con “la creatividad de la caridad “para que lleguemos en nuestro trabajo pastoral, a los últimos, a los que no cuentan en la escala social de nuestros pueblos, a los descartables…y, para que uniendo Fe y Vida, teoría y acción, desde la coherencia, podamos arrancar del corazón del “Dios de la Misericordia”, esta gracia.

Que el Padre Luis nos impulse y nos inspire cada día la palabra, la acción y  el gesto oportuno, para que el mundo conozca y crea en el Dios de ayer, de hoy y de siempre, siempre “Misericordioso y compasivo, lento a la cólera y rico en amor y fidelidad”.(Ex 34,6)en cuyo corazón todos tenemos nuestra morada.

“Misericordia, es amar desde el tú, cuando estamos acostumbrados a amar desde el yo”, ha sido una de las expresiones que ha utilizado el Padre Juan Antonio Vives, para explicar el sentido profundo del concepto.